Delgada, elegante e impecable como siempre, la mujer viste un traje de chaqueta oscuro y calza unos zapatos de tacón, ni demasiado alto ni demasiado bajo. Lleva el cabello tirante y recogido en un elaborado moño alto, que la hace muy atractiva. Sé que trabaja unos metros más arriba, en la agencia de publicidad. Todas las mañanas se para bajo mi ventana, deja su cartera de piel y su bolso de Armani apoyados en el primer escalón de la entrada y examina con genuino interés mi rosal. Pasados unos minutos, recoge de nuevo sus cosas, suspira profundamente y continúa con paso decidido su camino a la oficina.
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