Una vez, hace mucho tiempo, esta fue mi casa. Sentada a la puerta remendaba la túnica de mi amado esposo Lucio, el pescador. Mis hijas, Plauta y Faustina, pasaban las tardes jugando en la calle esperando el regreso de su padre. Una vez fui feliz aquí, donde ahora, desconocido visitante, solo ves ruinas y desolación.
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