Él vivía en Más Fornet, la finca de los vecinos. De pequeños jugábamos al escondite entre los maizales, cazábamos insectos y corríamos tras nuestros perros... Hace años que marchó, con sus padres, a la ciudad. No se si algún día volverá, pero cada noche, antes de dormirme, lo recuerdo unos instantes. Y rezo, a ese Dios que no se siquiera si existe, para que donde quiera que se encuentre, sea feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario