Hace mucho calor. De las calles vacías sólo llega el zumbido apagado de los aparatos de aire acondicionado. La tarde transcurre tan despacio que parece no acabarse nunca. Desnuda y sola en la penumbra de mi habitación, boca abajo y sudorosa sobre las sábanas revueltas, hundo mi mano entre mis piernas mientras te recuerdo acariciando mi cuerpo. Y me excito y exploto y me excito y exploto de nuevo al desearte otra vez, esta noche, dentro de mi.
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